¿Has sentido que sobras? No de un lugar, un sitio, de un grupo de amigos, con tu pareja, familia. Sino de la vida.
Justo ahí. El momento en que miras a ambos lados lados y desaparece lo que conoces. En el que la gente es extraña y no te entiende. ¿Te ocultas? ¿Se ocultan? ¿Conoces el vacío? Será tu perdición.
¿Has jugado? A tu juego. A la mentira. A la sonrisa fingida. Al tengo miedo, ¿a qué? No has estado en níngún precipicio, pero no lo necesitaste para sentirte caer. Y caer es jodidamente metáforico. Puedes caer cuando estás en la calle. Cuando estás en el super. En el baño. En la cocina, al lado de tus calorías. En el sofá. En casa de una amiga. En una graduación que todos esperan expectantes. En una boda. En el fondo del mar. En la piscina. En una reunión. En una cita. En un beso. En navidad.
Puedes morir por dentro, que tus entrañas se llenen de hemorragias que no puedas parar al mantener simplemente la puta boca cerrada. Dirás que tienes miedo, que te sientes mal. Vas a pedir ayuda, nadie puede que te escuche. Todos oirán "cambia". Vas a saltar porque no vas a aguantarlo. Tienes 15 años. Por. Dios.
Tic tac. Y el reloj de tu cocina sigue en marcha. Hay quiénes se marchan. No supieron quedarse. No te vieron llegar. Y entonces mueres en el reloj de tu cocina, en el árbol de navidad. Quieres morir al encender las luces, y al apagarlas, más. Quieres tapar la sangre. Se vuelve intenso. Quieres morir al quedarte en casa. Al estar en casa. Sola. ¿Sola? Al subir al segundo piso.
Tic. Tac.
¿Te sigue costando respirar? 6 años sin aire.¿Por qué sería importante? Te mirarán de forma rara, la gran desconocida ansiedad. Está en los rincones de tu habitación, cuando vas a un bar, a un café, a comprar. Y te miran. Te miran. ¿Te miran? Te juzgan. No lo entienden.
Ella se va. Se va. Como el polvo, como si nada. Se esfuma. Te hace perder el sur. Y tú te vas. De nuevo.
Y un día no escuchas el tic tac. 18, sin darme cuenta. Ahora, tú, te juzgas. Haces uso del inventario. La promesa. Explotas. Tu mente explota. Tú, te vuelves la jueza más dura. Y sales.
Alivio. ¿Alivio? Y vuelas por el cementerio, estás gritando auxilio aunque apenas te des cuenta. No te fijas en ti. DOLOR.
Hay un ruido justo cuando cae el sol. Llamada perdida. Tú, pérdida.
El despertar es decisivo. El "luego" es descojonante. Ahora, todos juzgan. Todos miran desde arriba. Él se larga, porque es fácil, sencillo.
Abrir el juego, y recibir la mierda que el mundo va a gritarte. No, no. Entonces no juegas. Y te liberas.
Justo ahí. El momento en que miras a ambos lados lados y desaparece lo que conoces. En el que la gente es extraña y no te entiende. ¿Te ocultas? ¿Se ocultan? ¿Conoces el vacío? Será tu perdición.
¿Has jugado? A tu juego. A la mentira. A la sonrisa fingida. Al tengo miedo, ¿a qué? No has estado en níngún precipicio, pero no lo necesitaste para sentirte caer. Y caer es jodidamente metáforico. Puedes caer cuando estás en la calle. Cuando estás en el super. En el baño. En la cocina, al lado de tus calorías. En el sofá. En casa de una amiga. En una graduación que todos esperan expectantes. En una boda. En el fondo del mar. En la piscina. En una reunión. En una cita. En un beso. En navidad.
Puedes morir por dentro, que tus entrañas se llenen de hemorragias que no puedas parar al mantener simplemente la puta boca cerrada. Dirás que tienes miedo, que te sientes mal. Vas a pedir ayuda, nadie puede que te escuche. Todos oirán "cambia". Vas a saltar porque no vas a aguantarlo. Tienes 15 años. Por. Dios.
Tic tac. Y el reloj de tu cocina sigue en marcha. Hay quiénes se marchan. No supieron quedarse. No te vieron llegar. Y entonces mueres en el reloj de tu cocina, en el árbol de navidad. Quieres morir al encender las luces, y al apagarlas, más. Quieres tapar la sangre. Se vuelve intenso. Quieres morir al quedarte en casa. Al estar en casa. Sola. ¿Sola? Al subir al segundo piso.
Tic. Tac.
¿Te sigue costando respirar? 6 años sin aire.¿Por qué sería importante? Te mirarán de forma rara, la gran desconocida ansiedad. Está en los rincones de tu habitación, cuando vas a un bar, a un café, a comprar. Y te miran. Te miran. ¿Te miran? Te juzgan. No lo entienden.
Ella se va. Se va. Como el polvo, como si nada. Se esfuma. Te hace perder el sur. Y tú te vas. De nuevo.
Y un día no escuchas el tic tac. 18, sin darme cuenta. Ahora, tú, te juzgas. Haces uso del inventario. La promesa. Explotas. Tu mente explota. Tú, te vuelves la jueza más dura. Y sales.
Alivio. ¿Alivio? Y vuelas por el cementerio, estás gritando auxilio aunque apenas te des cuenta. No te fijas en ti. DOLOR.
Hay un ruido justo cuando cae el sol. Llamada perdida. Tú, pérdida.
El despertar es decisivo. El "luego" es descojonante. Ahora, todos juzgan. Todos miran desde arriba. Él se larga, porque es fácil, sencillo.
Abrir el juego, y recibir la mierda que el mundo va a gritarte. No, no. Entonces no juegas. Y te liberas.
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