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5.9

Voy cosiendo números que podrían haberme dado la vida entre mi pelo. Relato sus poemas, las formas de conseguir llegar a la meta. Y ahí esta, esa sensación, la perdición de una mirada inquieta, la mía. El oscuro casi negro de los ojos que miran, que miran un 5.9. 

Yo no puedo ser/no debo ser un 5.9. Valgo más que un 5.9. A menudo da igual lo que te esfuerces, porque esa gente no ve tu lucha, tu ilusión, tu sangre en cada herida. No miran con ojos de enamorado, porque no enamoro. No les seduzco, no les formo un strepptease. Una siente que no importan las veces que firmes con tu nombre y DNI. No eres capaz. Vives con una ilusión ciega, un destino perseguido, y una alegría descomunal que te llevan a la decepción. Entonces, piensas ¿no soy lo suficiente?.

Y vuelves los años hacia atrás, como flash-back. Me aterrorizo y ni siquiera un abrazo puede sacudir el polvo de mi cuerpo. Soy un número más, una chica buena pero no lo suficiente, quizás piensan que no me esfuerzo, o que debería estudiar más, dejar al novio a un lado, y ser mejor para mi futuro. Ellos no saben que desde los 14, mi vida se ha basado en esto. Es un sueño. No es el típico sueño que abandonas. Lo llevo en la sangre. Maldita sangre...

Estoy reteniendo mi propio cuerpo a la caída. Lloro.Lloro.Lloro.

No puedo ser un número. Un nada. Yo soy efímera, más interesante que cualquiera de la que te fijes por la calle. Pero no, por eso no te fijas, porque no soy normal.

Si he conseguido que no me entiendas, lo entiendo y me alegro. No soy el cuento que leerías infinitas veces, no soy tu gloria, no soy el deseo que te empina la entrepierna. No soy de acero, a veces peco de harina. Soy el desastre, el monumento que dedico a tu vida. Soy fuego, pero agua si te pasas de listo. Yo no soy princesa, ni reina, no me llames esas mierdas. Te recuerdo que soy más que un 5.9. 


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