Me sentía libre por el simple hecho de salir de aquí. Hacer una
maleta y viajar. Aunque no fuese al fin del mundo, a París o Madrid. Sentía en
mi interior que el miedo se quedaba aquí. Aunque la ansiedad hacia de las
suyas, una parte de mi adoraba marcharse.
Ojala por mas tiempo, ojala para siempre, pero un fin de
semana estaba bien.
Sentía correr vida en vena, mirar otra parte del cielo y
conocer la cara oculta de la luna. Llevaba una maleta con ilusión, algo de
ansiedad, y cedine.
Hasta el lunes.
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